sábado, 3 de julio de 2010

Misma historia, mismo fracaso

La previa de este partido tuvo mucha tela para cortar. Las declaraciones provocativas de Bastian Schweinsteiger, el enfrentamiento entre los dos equipos más goleadores del mundial. Hasta no faltaron las cábalas y los pronósticos del pulpo alemán, Paul, y de la foca marplatense Maky.
Sin embargo, en la cancha. En el lugar donde hay que dejar la piel, como declaró Maradona días atrás, los teutones fueron demasiado para este equipo. Superada con facilidad en defensa, la selección cayó 4 a 0 y quedó eliminada. Adelante, Messi no apareció y Tévez e Higuaín, muy flojos. Desde 1990 que no se superan los cuartos.
Los minutos posteriores al 3-1 ante México encendieron la alarma. La Selección sufrió de parálisis. Lució abatida y maniatada. Es verdad: empezó abajo desde el vestuario, con el cabezazo de Thomas Muller a los 3 minutos.
Alemania dominó la pelota a gusto y antojo. Amplió la cancha, profundizó y hasta pudo estirar la ventaja. Argentina, que por primera vez se encontró abajo en el marcador, vivió en el primer tiempo los peores momentos de Sudáfrica 2010. Era un equipo sin rumbo, totalmente quebrado.
El cambió de actitud en el segundo tiempo duró poco. Di María tiró un disparó desde lejos que se fue apenas desviado; el equipo apretó y presionó la salida. Pero, en el global, no alcanzó. Fue efímero. La Selección miró demasiado juego alemán. Una lástima: nunca le interesó la pelota. Y el combinado de Loew no perdonó cuando tuvo sus posibilidades.
El gol de Klose, dejó casi sin esperanzas a la Argentina, que tenía la ilusión de emparejar la historia. Fue un baldazo de agua fría. Y después llegó el tercero. Esta vez de los pies de Friedrich, tras un desborde de Podolski. El último, a falta de dos minutos, fue una contra muy bien armada por la figura del mundial, Oezil, quien envió un centro al punto del penal para un Klose libre y tranquilo. Nada pudo hacer el arquero argentino, Sergio Romero.


La tristeza inunda a un país futbolero que festeja la derrota de Brasil, que dice que Diego Maradona no sabe nada de fútbol, que lo mata y lo endiosa en proporciones idénticas, algo similar al caso de Lionel Messi, quien, para peor, no cuenta con el carisma maradoniano.
Argentina podía haber atacado todo el partido. No le iba a marcar un gol. Nunca estuvo a la altura de Alemania. Por momentos fue baile y por otros parejo. Cometió innumerables errores. No ganó en solidez defensiva con la apuesta de cuatro centrales. Sus atacantes, hasta el partido pasado los mejores de la Copa, no aparecieron. Ni Messi, ni Tevez ni Higuaín.
La imagen de Maradona abrazando a su hija Dalma fue, a lo mejor, lo último de Diego al mando de la selección. Si, a pesar de la ilusión, Argentina volvió a fracasar una vez más.

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